jueves, 20 de septiembre de 2012

UN CIBER-CAFÉ PIONERO EN COLEGIALES



Su denominación oficial es Ciber Café Alison. Sin embargo, la gente no lo asocia con ese nombre, simplemente, porque la palabra Alison no figura en ninguna vidriera ni marquesina. Lo que sí sabe la gran mayoría de los habitantes del barrio, es que en Federico Lacroze entre Freire y Conde, se halla desde casi diez años, este confortable y amplio recinto donde se entremezclan computadoras y meriendas, donde conviven almuerzos con entradas a Internet…

César Anampa, peruano de Lima, nos contó su historia: “Llegué de mi país en febrero de 2004 y lo primero que hice fue venirme desde Ezeiza hasta Colegiales. Una tía mía tenía un PH en Freire y Céspedes. Me dejó alojarme allí y comencé a buscar empleo. En Perú era contador, pero como en la Argentina era indocumentado debí trabajar en negro como albañil. Hasta que un día me dieron el DNI. Entonces conseguí trabajo como bachero, aquí mismo”.

 Casado con Arlette y papá de la pequeña Alison –de allí el nombre del local-, César hizo buenas migas con su dueño, quien no tardó en ofrecerle una sociedad. Con el tiempo fue progresando y actualmente, nuestro entrevistado es poseedor de la parte mayoritaria del ciber. “Tuve la suerte de encontrarme con ese señor tan bueno. En mi vida, trabajé de mil cosas y siempre puse todo de mí, esperando encontrar una buena persona. Y aquí la encontré”.

 Bajo su atenta supervisión, el negocio comenzó a evolucionar. “Cuando entré apenas podíamos ofrecerle unos tostados a la clientela. Yo fui agregando cosas. Ahora, tenemos un plato del día por semana y hacemos minutas. Todo en el momento. La gente sigue viniendo porque sabe que comiendo acá, nunca tendrá dolor de estómago”.

 César pretende destacar la importancia de un buen servicio: “También ayudamos a los que vienen a Internet y no sabe ni cómo entrar a su correo electrónico. El gran secreto es saber atender a la gente”.

En ese sentido, César asegura que elige tener menos utilidad económica, pero continuar de pie, laboralmente hablando: “Con esta inflación, yo quizás debería haber aumentado los precios cada dos o tres meses. Pero no se puede. Cada seis meses por ahí retoco los números. Si lo hubiese hecho distinto, ya no estaría más acá. Prefiero ganar un poco menos, pero seguir trabajando. Lo clientes valoran eso”.

 cosechó pronto entre los comensales e internautas, la buena onda que supo sembrar desde 2007, año de su ingreso al cíber.
Es hora de tocar un tema delicado: la inseguridad. “A mí me robaron cinco veces, una fue bastante violenta, porque si bien no lastimaron a nadie, rompieron cosas y le quitaron sus cosas al público”. La solución que encontró al respecto, “fue cerrar la puerta con seguro a las 7 de la tarde y abrirle sólo a la gente que conozco. Y dio resultado, ya que hace dos años y medio que volví a sufrir un robo”. 


En relación a la actualidad laboral, apunta: “Varios comercios vecinos se vieron obligados a cerrar, está dura la situación acá en el barrio”. Cesar sabe de lo que habla: desde hace un par de años, a unos metros se estableció una sucursal de Las Medialunas del Abuelo. Y cruzando Freire, un negocio que era únicamente locutorio y kiosco, sumó más variedad gastronómica. “Hay mucha competencia, pero no me quejo. No me olvido de que hace menos de diez años me tuve que ir de mi país porque no había trabajo. Hoy estoy acá y no me sobra nada, pero vivo bastante bien”. 

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