domingo, 11 de noviembre de 2012

Y LOS VECINOS CANTARON... ¡BINGO!


Noche de sábado. La brisa fresca es una invitación a dar una vuelta por el barrio. Calle Freire… Intersección con Matienzo y, uno metros más allá, la inconfundible puertita mediante la cual se accede a un mundo nuevo. Casi casi, a otra dimensión… Muy alejada del ruido porteño y, al mismo tiempo, muy cercana a un agradable bullicio familiar. Es difícil resistirse a ingresar.
Adentro, hay clima festivo. Pizza, empanadas… Música, risas… Chicos en la placita y papás que disfrutan. Es el Círculo de Amigos de Colegiales. O, mejor dicho, simplemente las “Bochas”, como se lo conoce en forma popular a este reducto, en un principio, identificado con los jubilados del barrio. Pero cuya atmósfera tan especial  fue extendiéndose luego para alcanzar a gente sin distinción de edades. 
Después de comer, allá por las doce, la noche toma color de lotería. Entonces, los platos y cubiertos le ceden su lugar a los cartones, el bolillero, las líneas y los números.
Y la reunión sigue, hasta que el sueño va adueñándose de esta hermosa postal colegialense. Porque, señores, a no dudarlo: en Colegiales, han cantado ¡bingo!










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