lunes, 11 de agosto de 2014

98 AÑOS LLENOS DE VIDA

Leonor Pacheco, una ilustre vecina

Una mañana de julio, llegamos a la vieja casona de Freire y Céspedes. Ingresamos a una de las habitaciones y allí estaba ella, esperándonos junto a sus hijas, Nora y Graciela. Leonor, de 98 años recién cumplidos, nos recibió de excelente humor. Sentada en una silla junto a su cama, tras las presentaciones de rigor, enseguida se largó a contarnos su historia: que es nacida en Campana; que tuvo siete hermanos -todos ya fallecidos- de los cuales ella es la cuarta; que siendo muy jovencita vino a la Capital a trabajar como dama de compañía en la familia Justo (parientes de Agustín, quien fuera presidente de la Nación); y que tiempo después «me enamoré de un muchachito con el que me terminé casando».
 Aquí, comienza la parte más sustanciosa del relato: la que vincula a Leonor con nuestro barrio, ya que el flamante matrimonio se mudó a una casa -ya desaparecida- de Freire 960. Antes, hay una anécdota que merece ser contada por la misma Leonor: «A mí me cortejaba un militar, pero yo no quería saber nada. Igual, decía que me casaría con un hombre de uniforme. Y así fue: Francisco Barrachina -su futuro marido- era guarda del tranvía».
Fruto del amor con Pancho (como se lo conocía en la intimidad), nacieron Nora  y Graciela, quien hoy vive con Leonor. Nora, está muy cerca, sobre Palpa. Le proponemos a la entrevistada que mencione a sus nietos con edad incluida, y sorprende al hacerlo a la perfección, con una mínima ayuda de sus hijas. Así, supimos de Gabriel (39), Eliana (38), Lucía (24), Gustavo (20) y Bruno (18), todos por parte de Graciela. Por el lado de Nora, están Christian (32) y Nicolás (30). Y también hay siete bisnietos, comprendidos entre los 18 años y los 10 meses: Mariano, Facundo, Marcos, Mateo, Nina, Nikita y Mirko.
Leonor cuenta que 1964, junto a su marido abrieron «El Almacén de Don Paco», ubicado a la vuelta de su casa. El negocio, de gran reputación por aquellos tiempos, existió hasta 1980, cuatro años después de la muerte de Paco. «Los dueños me subieron el alquiler de 30 a 100 pesos y me vio obligada a cerrar», rememora. En aquel viejo local de Céspedes entre Zapiola y Freire nunca más se levantó la persiana. Aún hoy la propiedad, aunque muy deteriorada, sigue en pie, junto a otro local, que (también cerrado) en otras épocas supo ser una conocida mercería.
En 1973 la familia se mudó. Pero sólo se corrieron unos metros hacia la esquina de Freire, justo frente a la carnicería La Tierna Tierna. Allí, transcurren los días de Leonor, que gustosa recibe el amor que le prodigan sus seres queridos. Lamentablemente, no puede caminar, pues hace ocho años, luego de una internación, perdió tonicidad muscular. Hasta ese momento, su vitalidad era ponderable: si hasta se animaba a bailar en Los Cacachafaces de Colegiales, la murga en la que varios miembros de la familia participan.
Al margen de esa dificultad, se la ve impecable. «El médico dice que estoy bien. Ando bien del corazón, de los pulmones...» Cada día se levanta cerca de las 9.30, horario en que una enfermera va a ayudarla con las tareas de higiene. Por las mañanas escucha la radio, luego mira televisión.... Le gustan los musicales de Crónica, Utilisima y que también ve Guapas y Tinelli. En la radio, uno de sus programas preferidos es El Tango y sus Misterios, por FM Manantial. Ah, también le gusta el fútbol. Y es hincha de Boca...
Nuestra ilustre vecina no se queja por tener que movilizarse en silla de ruedas. Todo lo contrario. Se preocupa en aclarar lo feliz que está por su vida intensamente vivida: «He recorrido mucho, salí, viajé, disfruté... ¿Por qué voy sentirme mal?». Tras esta reflexión, decidimos dar por terminado el reportaje. Dejamos a la señora en compañía de sus hijas y agradeciéndole la amabilidad a las tres, nos retiramos, complacidos por la estupenda experiencia de haberlas conocido.

Leonor junto a sus hijas, Graciela y Nora

 En esta imagen, también con nietos y bisnietos celebrando su cumple Nº 98. 
Hasta hace algunos años, Leonor todavía se daba pequeños-grandes placeres, como bailar en Los Cachafaces de Colegiales.

2 comentarios:

alexa dijo...

hola chicos me encantò el blog ! saben como apareci por acá? buscando la escuela donde fue mi jefe , me dio una foto y me dijo que estaba en Cramer , escuela Nº 12 . año 1963. Alguien se acordarà que pasó con esa escuela ? Busque en el ministerio de educacion y no hay info . de paso pregunto: Sigue existiendo el bar de la esquina de la estacion? Besoss! <3

Roberto García dijo...

Un hermoso recuerdo que le quedará a toda su familia...
Felicitaciones a La Voz de Colegiales por recuperar el sentimiento de vecindad... algo que (de no ser por casos como el de ustedes), se va perdiendo...
Un abrazo

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