Vivía en el Bar Conde. Tenía 19 años
Este fue un verano triste para la gente del mítico salón de Federico Lacroze y Conde. Nos animamos a decir que no sólo para la familia que atiende el local desde hace tantos años, sino para sus parroquianos en general. Es que el 25 de enero murió Octavio, el gatito que ya era parte del inventario de este bar nacido en 1902. Para los habitués del lugar, era costumbre verlo merodear por las instalaciones, subirse a las sillas y entregarse mansamente a las caricias de sus admiradores.
Por espacio de casi dos décadas, ocurrió así. Siempre gozó de muy buena salud. Hasta que un día, ya entrado el 2014, empezó a atenuar sus impetuosas recorridas. La semana anterior a su partida, prácticamente dejó de comer. Y una calurosa mañana, cuando Luis Cofiño levantó la persiana, lo encontró inmóvil. De inmediato, supo que por más que su cuerpito aún estaba ahí, Octavio se había ido. El gato fue enterrado a la vera del árbol de Lacroze y Conde y la foto de su rostro, enmarcada, ahora decora el salón a modo de homenaje, alojada en la columna central del bar (ver imagen inferior). ¡Hasta siempre, Octavio!
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