lunes, 6 de abril de 2015

NORA TIENE EL ALMA CANSADA...


La columna de Juan Pablo Monzón

Nora tiene el alma cansada de esperar, espera el aguinaldo, las vacaciones, que le arrastren el ala, su cumpleaños, la novela de las cinco, que salga el 17 en la quiniela, la siesta del domingo, el llamado nocturno de su madre, o que algún sobrino se apiade de ella y la visite.
Espera que el oculista no le aumente el aumento, que las expensas no le lleguen este mes, que la tormenta no le arruine los zapatos, que el portero le deje la correspondencia por debajo de la puerta, que el colectivero le arrime al cordón. Espera que el pasado no se le olvide, tanto como espera que el futuro no la relegue, que los olores de la infancia no pierdan la magia, que el pollo tenga el mismo gusto que antes, que su gato se comporte como un perro, que su vecina baje el volumen de la televisión, y que pasen su tango preferido en la radio.
Algunas noches no consigue dormir esperando soñar lo que desea soñar. Nora espera que no se le rompa el cuerito de la canilla, que esa mancha de humedad seque de una buena vez por todas, que las hormigas no le coman el malvón, que en la misa del domingo sea el padre Mario quien dé el sermón y no ese cura jovencito de ideas raras, que el verdulero no le ponga un tomate podrido, que el chino no le pida monedas, y que le mozo no olvide su pedido. Espera que el taxista no le hable, que el 42 venga vacío, que el invierno este año no llegue tan frío y que Octubre no sea pasado por agua, que vuelva Mirtha a la televisión y que en la caja de fósforos vengan los quinientos y no cuatrocientos noventa y ocho… Y en esa espera que desespera, se va quedando cada vez más sola, ya sólo son Nora y el reflejo de su alma, cansada, que aun la espera.

"No existe ningún tipo de relación entre las personas en las fotografías y los personajes ficticios de los relatos."

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