Zeinab Isis da clases en Colegiales/Chacarita
Graciela hace unos cinco años que ejerce la enseñanza. «Primero me capacité con buenos maestros como bailarina -cuenta-. De estos hace más o menos 20 años. Pese a que empecé de grande, siempre me atrajo lo oriental, hasta que me decidí dar el paso. Primero aprendí y luego me largué a enseñar».
Al preguntarle en qué consiste la especialidad de bellydance, aclara: «Originalmente, esta disciplina era conocida como la Danza del Vientre, que provenía de Egipto. Con el transcurso del tiempo, se fue estilizando, modernizando. En la actualidad conserva su origen egipcio pero se le han agregado técnicas de la Polinesia, de Hawaii, de Tahiti... Esa conjunción es la que se denomina bellydance».
Graciela resalta las virtudes y beneficios de la danza árabe: «Esto es muy beneficioso desde el punto de vista mental y físico. Por el lado de la salud, hace que alguien que sufre de reuma o artrosis, vaya recuperando movilidad, flexibilidad. Hace que los músculos adormecidos tiendan a ablandarse. Hay ventajas en cuanto a circulación de la sangre, a coordinación de los hemisferios. Las contracturas se van... Yo hago mucho hincapié en el tema respiratorio. Por otra parte, el baile te ayuda a recuperar la femeneidad, la delicadeza. La música suave permite que la hora de clase se disfrute y que en ella la mujer se desarrolle plenamente».
En La Dumont, las danzas árabes no son la única expresión artística, pues allí se desarrollan numerosas disciplinas. Graciela le da gran valor al hecho de ser parte de este espacio: «Es un lugar de arte por excelencia, muy agradable, y donde a una la hacen sentir muy a gusto. Por eso estoy súper agradecida a La Dumont y a su dueña, Patricia».
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