lunes, 3 de diciembre de 2012

EL MUNDO DE MORO

Lacroze entre Zapiola y Freire. Hace 39 años, la Ferretería Moro llegó para quedarse. Hoy, es uno de los negocios más reconocidos de Colegiales.

Llegamos en un momento poco propicio. A pesar de eso, José, el propietario de Ferretería Moro, hizo un meritorio esfuerzo para atender  a La Voz de Colegiales de la mejor manera posible. A los pocos minutos de estar en su oficina, nos enteramos de algo que nos impactó: su apellido no es Moro, sino Hernández.  El mismo nos lo confesó, explicando que el nombre de fantasía es un seudónimo que se desprende de un homenaje al origen de su padre Angel, un inmigrante español arribado a Buenos Aires en 1911.
Pero, como mencionábamos, aquella no era una mañana tranquila para nuestro entrevistado. Uno de los empleados acababa de darle la noticia de que una de las dependencia de su local estaba inundada. Una tubería tapada en el edificio vecino era la causa de un incidente que no era la primera vez que ocurría. Por otro lado, un cheque extendido a un proveedor y posteriormente extraviado por un tercero, le estaba trayendo más de un dolor de cabeza.
Igual, la nota se llevó a cabo tal como estaba previsto. "Por más que a diario tengas que encontrarte con este tipo de problemas, soy un agradecido de la vida. Le agradezco a Dios el hecho de poder seguir haciendo de todo a los 79 años. Estoy sano, vengo a trabajar, hago ejercicio, me alimento bien, tengo una linda familia.... Surgen inconvenientes como en todos lados, pero trato de evitar que el árbol tape al bosque".
Sorprende "Moro" cuando da a conocer su edad. A un año de cumplir los 80, está impecable, con una vitalidad que lo hace aparentar más de una década menos. José es consciente de eso. "Me siento bien y por eso sigo trabajando. Eso, a mi edad, no tiene precio. Si a vos te gusta tu laburo, lo peor que podés hacer es retirarte", opina.
Enseguida, cuenta como fueron sus comienzos en el barrio: "Yo tenía una ferretería en Parque Patricios junto con mi cuñado. Las cosas iban bien allá. Salió la oportunidad de alquilar este local. Me gusto y en 1973, abrimos. Esto antes era una empresa de mudanzas".
Mientras conversamos, en el salón principal se amontonan los clientes. Sus empleados se multiplican para tratar de satisfacer todas sus necesidades. "Acá cada uno viene con un requerimiento diferente y hay que procurar que la gente se vaya con lo que vino a buscar. A los clientes hay que atenderlos bien, ese es el secreto. Otra cosa que tuve que aprender, es lo que no se debe hacer. Eso es lo más importante".
Como para que quede claro que será difícil que alguien no encuentre en la ferretería lo que desea comprar, el propietario de la firma indica que tiene a la venta ¡17 mil artículos! "Es un esfuerzo muy grande contar con esa cantidad de cosas. ¿Vos sabés lo que significa bancar semejante stock".
Ese grupo de empleados que se mueve de acá para allá todo el día, también es elogiado en la nota: "Es un buen grupo. Por supuesto, también tuve gente mala. Me han robado mucho. De eso nadie está exento. Pero estos muchachos son una maravilla, por ejemplo, comparándolos con los de ICI, que son robots".
Esta frase está íntimamente relacionada con el horario inusual de atención al público que tiene el negocio, que inclusive los sábados y domingos hasta las 18 hs. permanece abierto. José explica cómo llegó a tomar esta decisión: "Un sábado estaba descansando en una quinta y alguien vino a decirme que había comprado un taladro en EASY. El tema me preocupó un poco. Estos me están morfando los clientes, pensé. Y era verdad. Muchos comerciantes se asustaron y sucumbieron cuando empezaron a proliferar estos hipermercados. Yo, en cambio, intenté enfrentar la situación. De modo que amplié el horario y hoy veo que no me equivoqué. Como conclusión saqué que lo de EASY es más un bluff que otra cosa. Acá tenemos un montón de artículos más baratos, más allá de lo que te comenté de la atención personalizadas a los clientes".
Ingresa a la oficina su hija, que es una activa colaboradora en la ferretería. "Yo siempre estuve sólo acá, ahora me ayuda ella y es la persona a la que le quiero dejar esto", confiesa José, que tiene otra hija, además, que vive en Estados Unidos junto a su familia.
Vecino del barrio de Olivos, "Moro" tiene una opinión positiva de Colegiales. Aunque hay temas que le molestan, como la trillada problemática de las pintadas. El frente de su comercio, como tantos otros, no logró sobrevivir a los piratas del aerosol. "Que pinten cosas con algún sentido quizás pueda llegar a entenderlo. Pero no puedo creer cómo ensucian casas y negocios con tanto garabato indescifrable. No sé, tal vez el equivocado soy yo, que estoy fuera de época. A lo mejor el mundo cambió y uno no es capaz de verlo", se permite dudar.
Llega la hora de irnos. Tan cordialmente como nos recibió, con un apretón de manos José se despide. Lo dejamos en su increíble mundo de herramientas, tornillos, tuercas y miles de artículos más. Un microclima al que tanta gente recurre buscando satisfacer necesidades tan similares, pero tan diferentes al mismo tiempo.





1 comentario:

Anónimo dijo...

la ferreteria Moro es lo mas grande de Colegiales, siempre tienen de todo, siempre abierto, unos genios...GRACIAS MORO!!!

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