Su denominación oficial es Ciber Café Alison. Sin embargo,
la gente no lo asocia con ese nombre, simplemente, porque la palabra Alison no
figura en ninguna vidriera ni marquesina. Lo que sí sabe la gran mayoría de los
habitantes del barrio, es que en Federico Lacroze entre Freire y Conde, se
halla desde casi diez años, este confortable y amplio recinto donde se
entremezclan computadoras y meriendas, donde conviven almuerzos con entradas a
Internet…
César Anampa, peruano de Lima, nos contó su historia:
“Llegué de mi país en febrero de 2004 y lo primero que hice fue venirme desde
Ezeiza hasta Colegiales. Una tía mía tenía un PH en Freire y Céspedes. Me dejó
alojarme allí y comencé a buscar empleo. En Perú era contador, pero como en la Argentina era indocumentado
debí trabajar en negro como albañil. Hasta que un día me dieron el DNI. Entonces
conseguí trabajo como bachero, aquí mismo”.
Casado con Arlette y papá de la pequeña Alison –de allí el nombre del local-, César hizo buenas migas con su dueño, quien no tardó en ofrecerle una sociedad. Con el tiempo fue progresando y actualmente, nuestro entrevistado es poseedor de la parte mayoritaria del ciber. “Tuve la suerte de encontrarme con ese señor tan bueno. En mi vida, trabajé de mil cosas y siempre puse todo de mí, esperando encontrar una buena persona. Y aquí la encontré”.
César pretende destacar la importancia de un buen servicio: “También ayudamos a los que vienen a Internet y no sabe ni cómo entrar a su correo electrónico. El gran secreto es saber atender a la gente”.
En ese sentido, César asegura que elige tener menos utilidad
económica, pero continuar de pie, laboralmente hablando: “Con esta inflación,
yo quizás debería haber aumentado los precios cada dos o tres meses. Pero no se
puede. Cada seis meses por ahí retoco los números. Si lo hubiese hecho
distinto, ya no estaría más acá. Prefiero ganar un poco menos, pero seguir
trabajando. Lo clientes valoran eso”.
cosechó pronto entre los comensales e internautas, la buena onda que supo sembrar desde 2007, año de su ingreso al cíber.
Es hora de tocar un tema delicado: la inseguridad. “A mí me
robaron cinco veces, una fue bastante violenta, porque si bien no lastimaron a
nadie, rompieron cosas y le quitaron sus cosas al público”. La solución que
encontró al respecto, “fue cerrar la puerta con seguro a las 7 de la tarde y
abrirle sólo a la gente que conozco. Y dio resultado, ya que hace dos años y
medio que volví a sufrir un robo”.
En relación a la actualidad laboral, apunta: “Varios
comercios vecinos se vieron obligados a cerrar, está dura la situación acá en
el barrio”. Cesar sabe de lo que habla: desde hace un par de años, a unos
metros se estableció una sucursal de Las Medialunas del Abuelo. Y cruzando
Freire, un negocio que era únicamente locutorio y kiosco, sumó más variedad
gastronómica. “Hay mucha competencia, pero no me quejo. No me olvido de que
hace menos de diez años me tuve que ir de mi país porque no había trabajo. Hoy
estoy acá y no me sobra nada, pero vivo bastante bien”.
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